Amores
perversos II
Entonces,
qué hacer?
Entender como primer paso:
En los amores enfermos, la parte perversa necesita de un
par. El apoyo, sometido o cómplice, juega de partener de este vínculo, a modo
de motor irremplazable para el plan trazado por quien lo domina. No es cierto
que el perverso mantenga el control absoluto del vínculo. La victima acepta
ocupar el rol otorgado. Por su puesto que la neurosis y la inteligencia están yendo por caminos diferentes, pero es necesario que dos
estén unidos para que el juego siga su curso.
El primer signo de sanidad y necesidad de escape, es
lograr ver al manipulador como un ser NO
ABSOLUTO, carente, imperfecto y déspota. El discurso de los perversos
narcisistas sobre sí mismos no admiten confesar ningún yerro, defecto o dolor. Este
primer símbolo que linda con un ser deshumanizado y perfecto, debe ser la luz
roja que nos pone en sobre aviso sobre alguien incompleto. El sufrimiento
justificado, el errar y la imperfección son descripciones que se ajustan a las
personas en su calidad de seres humanos.
El perverso mantendrá siempre un discurso halagador
consigo mismo. Narrará hazañas y logros, sabiduría y experiencia, capacidades
que limitan con la omnipotencia y la verdad absoluta. El secreto está en poder
cuestionarse, aunque sea de manera interna esas verdades, y no tomarlas jamás
como absolutas. Desmoronar a conciencia “sus verdades” es el primer paso para
correrse del lugar al que el perverso desea someter a su interlocutor. Es muy
común escucharlos decir “ la gente me dice cómo es que no soy millonario con
todo lo que hago y logro”” Yo viví mucho más que vos y puedo enseñarte” ”Me
gusta saber que tenes el potencial para ser mejor y que me dejes mostrarte como”
”Llorar es cosa de mujeres” “El amor es para los tontos” “”Soy lo mejor que te
pudo pasar” “yo decido cómo, cuándo y dónde” “Nadie es tan capaz como para
hacerme daño” “Si me decido a ser malo, puedo ser letal” “Yo solo hago lo que
quiero cuando quiero”.
Estos argumentos, déspotas, amenazantes y falaces en su
gran mayoría, alimentan la necesidad del manipulador de creer su propio
discurso. Y es el mismo alegato que somete y amedrenta a la víctima, y que, por
otra parte la seduce y la coloca en un sitio especial: “el de ser la elegida
por alguien con tanto poder y autoestima”. Si se logra analizar lo dicho por el
perverso, no hay nada de superlativo, absoluto, veraz y cautivante. Son simples
herramientas que utiliza en su afán de de jugar con el otro.
Minimizar sus verdades, experiencias, profecías y
directivas, consejos y normas para con uno mismo, es poder despegar de sus
deseos de posesión.
El perverso necesita creer sus propias invenciones,
agigantarlas, revolcarse en ellas, y aunque algunos de sus dichos fueran
veraces, siempre traerán consigo una cuota necesaria de magnificencia y poder. Finalmente, el poder
reside en cada uno: perverso y sometido, ya que uno no existe sin el otro. Esta trampa-unión
que existe entre el perverso narcisista y su víctima se crea a fuerza de espacio
y convicción. A partir de un tipo de manipulación concreta conocida como
comunicación paradójica, el perverso narcisista consigue persuadir al otro de
que es culpable de todos los defectos y las fallas que acontecen a su
alrededor, así podrá repudiarlo y agredirlo "justificadamente" en
lugar de despreciarse a sí mismo.
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